domingo, 10 de mayo de 2020

Con respecto al día de las madres.

Cuando era niño creí que detrás de las montañas que se veían desde la puerta de mi casa se encontraba Estados Unidos, no sé porque mi mente infantil así lo creyó, pero cada que las veía, pensaba que sólo tenía que ir detrás de ellas para conocer otro país. La primera vez que recuerdo haber cruzado esa frontera imaginaria durante un paseo familiar, pregunté a mi mamá que si ya estábamos en Estados Unidos, ella sonriendo me dijo que seguía siendo México. Me sentí triste porque no había logrado ir a otro país y muchas veces imaginé la alegría que sería visitar tierras extranjeras. Así, me fui de casa por primera vez a los 15 años, quizá por soñador o solo por necesidad, nolo sé, pero desde entonces he viajado por varios lugares, en cada uno, he cometido aciertos y desaciertos qué han alegrado y entristecido el corazón de mi madre. Su amor, vinculado al del corazón de María me ha abrazado y protegido aún en la distancia. Ella siempre ha estado conmigo, alentándome o reprendiéndome, con corazón compasivo y misericordioso, siempre bajo la visión de lo que Dios le ha mostrado que quiere para mi vida. Hoy soy un adulto y por fin sé lo que se siente estar en Estados Unidos, y no, no sé siente como creía, es más; hoy extraño la alegría de tener cerca a mi madre para preguntarle cualquier cosa, escucharla o verla sonreír, pero sé que está ahí, en casa, con mis papás y hermanos. ¡Eso me hace feliz! Ella es mi primer amor y mi mejor amiga. Espero que a lo largo de mi existencia tenga más aciertos que desaciertos y que, desde donde quiera que mi madre me mire, se sienta orgullosa de hice mi mejor esfuerzo, pues sabe bien que aunque debería, no soy un santo. Gracias por tanto. Gracias por enseñarme a contar historias, pero más por enseñarme a convertir mis sueños realidad. ¡Feliz día de las madres María del Carmen! Te amo.