Creo firmemente que todos los seres humanos en algún momento de nuestra vida nos hemos enamorado de alguien y después de un largo proceso, madurando ese gran mar de sentimientos, ese enamoramiento se convierte en el sentimiento más puro y hermoso que un ser humano puede experimentar, el amor. Todas aquellas sensaciones que el amor nos hace sentir, nos hacen anhelar que esos momentos sean eternos, pero principalmente que momentos tristes o desoladores no hagan su aparición; cosa que por supuesto, nadie quiere vivir.
Cuando amas a alguien, confías plenamente en que esa persona hará todo lo que esté en sus manos para hacerte muy feliz, como seguramente tú te esfuerzas para que ella lo sea; pero sobre todo, crees que esa persona cuidará y valorará la oportunidad de mirarte tal cual eres, sin máscaras, con tus miedos y debilidades, con tus sueños e ilusiones, aquellas que animoso te atreves a compartirle y a invitarle a participar.
Amar a alguien de esta manera, te deja desprotegido ante el dardo casi mortal llamado desilusión e infidelidad. Cuando este dardo llega, no encuentra resistencia alguna porque tu corazón está abierto de par en par, por lo que no solo llegará a su destino, sino que se incrustará en lo mas hondo de él. Aquí, es donde todos esos hermosos sentimientos que alegraban nuestra vida se transforman en tristeza, coraje, ira y en el peor de los casos, odio. El dolor experimentado, nos hace pensar y desear lo peor para esa persona, lo que termina llevándonos a la búsqueda de venganza.
Pensando en esta situación, me preguntaba: -¿Cuál sería mi mejor venganza?- Haciendo un viaje a mis más oscuros pensamientos llegué a una conclusión. Encontré que mi mejor venganza ya la había puesto en marcha, sin planearla y como resultado de la entrega. Sin darme cuenta, mi venganza comenzó cuando nuestra historia de amor inició, en aquellos tiempos donde por primera vez decidí a amar sin egoísmos, aceptándola con sus virtudes y defectos, apoyándola y siendo paciente en su proceso de madurez. La respeté como nadie, cuidé de su ser y su alma; sin olvidarme de mi, de alimentar mi alma y corazón para siempre tener algo nuevo que ofrecerle. Pero ahora que lo pienso mejor, mi peor venganza ha sido amarla como a nadie, mirarla como la creación más hermosa que mis ojos han visto, escuchando y disfrutando como hace uso de su mejor instrumento, esa voz angelical capaz de tranquilizar a la peor versión de mi persona. Su desnudez no representaba sólo un momento carnal, sino era la oportunidad de experimentar uno celestial, donde su cuerpo desnudo simplemente reflejaba la desnudez de su alma. Podía mirar en ella no solo lo evidente, sino lo que muchas veces pretrendía ocultar de la vista de los demás porque eran cosas que la hacían sentir frágil, delicada y en algunas ocasiones un poco tonta. Sí, pude mirarla y valorarla, la cuidé como nadie la había cuidado. Creo que mi venganza la terminé de construir cuando con mis besos dejé tatuada mi esencia en sus labios, pues desde que la besé, se volvieron una extensión de los míos; cuando su alma se fusionó con la mía en aquellos momentos de tristeza y enfermedad en que estuve a su lado consolándola y cuidando de ella; cuando con mis caricias dejé parte de mí esencia en su piel, aquella que en algún momento de su vida le reclamará manos como las mías; cuando su corazón se sienta sediento de amor verdadero y puro; cuando extrañe mi mirada que podía admirarla por horas sin juicio alguno. En ese momento mi venganza estará consumada, pues todo eso serán momentos que no volverá a vivir, a pesar de su simpleza o sencillez. Ella no lo sabe, ni siquiera lo imagina, tal vez pasen muchos años cuando la euforia de su nuevo amor o sus nuevas relaciones disminuya, pero inevitablemente llegará y no podrá hacer nada al respecto. En ese momento, haré mi entrada triunfal, seguramente yo nunca lo sabré, pero pasará; sí, cuando al vivir todo esto evoque mi recuerdo, perciba por un momento lo que tuvo y miré lo que perdió.
Si hoy estás con alguien a quien amas como a nadie, no temas, si crees que es la persona correcta, sólo ámala con todo el corazón, claro, sin olvidarte de ti. Si esa persona decide irse o lastimarte cambiándote por alguien más, no te preocupes, el amor traicionado o herido, lleva implícita la peor venganza de todas... La de la persona que ama de verdad.
Perdona y sé libre.
[Descripción de la imagen] Imagen tomada de http://planetahoy.com/como-superar-una-ruptura-amorosa/
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